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Hurlingham Zona Oeste

Discutió con su novio y lo mató de una puñalada en el corazón

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El joven asesinado tenía 22 años. La pelea y posterior agresión quedó registrada en las cámaras de seguridad. Según relatan los familiares, la mujer agredía con frecuencia al joven, que “no hacía denuncias porque decía que tenía vergüenza de contar lo que le pasaba en una comisaría”.

Este martes sobre las 21 hs Alejo Oroño, de 22 años, se despidió de su familia y caminó hacia el kiosco de la esquina de Bustamante y Marqués de Avilés, en William Morris, partido de Hurlingham. “Lo que nos enteraríamos en el hospital es que ahí se encontró con su pareja y madre de su hijo (de 18 meses), y que juntos fueron a la casa de un amigo de ella”, cuenta Gisela, prima de Alejo.

Siempre según la reconstrucción de la familia de Oroño, ambos habrían discutido durante el encuentro. Y Alejo regresó hacia el kiosco. Su novia, Nadia Navarro, de 24 años, se quedó con sus amigos, comiendo pizzas.

​Horas después, ya cerca de la medianoche del miércoles, las cámaras de un supermercado chino de la cuadra muestran a Navarro caminando sola, camino hacia el kiosco. Los testigos agregarían que lo hizo a los gritos. Alejo se acercó. Se encontraron justo a la altura del portón del súper. Lo que pasó de ahí en adelante quedó registrado en las cámaras.

En menos de un minuto de video se puede ver la pelea y el instante en el que Nadia, luego de discutir y de empujar a su pareja, saca un cuchillo tipo tramontina y se lo clava en el corazón. Alejo, herido, intenta caminar hacia una de las esquinas. Nadia primero lo sigue. Por unos segundos, ambos quedan fuera de la imagen. Hasta que Nadia reaparece y corre hacia la otra esquina, por la que había llegado. La amiga que la acompañaba, y que se había quedado a una cuadra, fue a socorrer a Alejo.

En la cuadra hay una agencia de remises. Uno de los tíos de Alejo se encontraba de guardia, a la espera de viajes. Apenas llegó a escuchar los últimos gritos de la discusión. Cuando salió, ya era tarde: su sobrino yacía en el piso. Lo subió a su auto y lo llevó al Hospital San Bernardino, de Hurlingham. Alejo fallecería veinte minutos después.

“Esa misma tarde había visitado a mi primo en mi casa”, detalla Gisela. “Le trajo al nene, estaban juntos. Estaban en pareja, pero vivían separados. Los dos tenían problemas con las adicciones. Alejo muchas veces volvía golpeado y lastimado. No hacía denuncias porque decía que tenía vergüenza de contar lo que le pasaba en una comisaría. Una vez se animó a entrar, pero no se la quisieron tomar”.

Durante el momento de la ejecución, Gisela estaba acostada en su casa, donde vivía Alejo. Sin imaginarse lo que acababa de ocurrir, recibió mensajes privados desde el Facebook de Nadia. En ellos, le pedía el teléfono de su papá, el tío remisero de Alejo, que lo había socorrido. Gisela no le respondió. Se enteraría de la muerte de su primo minutos después, por uno de sus hermanos. ​

​Ya en el hospital, y a partir de las órdenes de un grupo de policías, contestó los mensajes. Ahora, la que escribía era la amiga de Nadia, la que había llegado con ella y se había quedado una cuadra antes. Tanto ella como la homicida no estaban al tanto de la noticia. “Necesito hablar con Nadia y que me cuente lo que pasó”, fue su pedido. “Te pido que vengas sola. Nadia está volviendo a su casa”, fue la respuesta.

Pero no alcanzó a entrar. Oficiales de la comisaría 2da. de Villa Tesei la detuvieron en la vereda. La trasladaron a la comisaría, donde se largaría a llorar, confesaría el crimen y pediría perdón. “Lo que pedimos es que Nadia no salga, y que pague por lo que hizo. Mi primo había sido denunciado por su suegra, la madre de Nadia. Fue una vez que no lo dejaron ver a su bebé y rompió una ventana. Queremos igualdad de género”, pide Gisela.

El miércoles a la mañana, la familia Oroño se presentó en el supermercado chino y pidió las imágenes. Más tarde hicieron lo mismo en la Municipalidad de Hurlingham. Están a la espera de las cintas. Y del cuerpo de Alejo, para poder velarlo. “Nos están dando vueltas con el cuerpo, con la autopsia. Tenemos miedo de que Nadia sea liberada. Hay un montón de testigos que pueden declarar cómo ella le pegaba delante de cualquiera”, cierra la familiar. ​

Según fuentes judiciales, Navarro fue indagada por el delito de “homicidio simple”, aunque se negó a declarar. Interviene la UFI 1 de Morón, a cargo del fiscal Bernardo Kiper. La familia Oroño y su defensa piden que se la acuse de “homicidio preterintencional”.